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Artista: O'Connor
Álbum: Estamos Pariendo
Calificación: Cuatro sillas
En la versión griega del mito de la creación, había una especie de Adán (Epimeteo) a quien se le dio por compañera una bellísima fémina, Pandora. El dios Hermes le había encomendado a la minita el cuidado de una vasija de contenido misterioso, que no debería abrir nunca (¿un antecedente mitológico del jarrón de Coppola?). Pero la señorita era curiosa, un buen día decidió abrir la jarra…¡y se armó el despiole! Porque ahí adentro se guardaban todos los males creados por los dioses, que pronto se desparramaron por un mundo hasta aquel entonces pacífico.
Bueno, parece que, a fines de la década del 60, la música también tuvo su propia catástrofe pandoresca. Hasta aquel entonces, casi no existían subdivisiones en el rock, y muchas veces las bandas se atrevían a incursionar en varios géneros al mismo tiempo, felizmente ignorantes a la etiquetación. El mejor ejemplo de esto puede verse en los Beatles, que hacían música étnica hindú (Loving You), cosillas electrónicas (Tomorrow Never Knows) y experimentos proto-noise (Helter Skelter) de manera totalmente natural, y a veces dentro de un mismo álbum. Pero luego, nuevas bandas con ánimos más radicales aparecieron, para tomar un solo espectro del rock y hacerlo su bandera. Por el lado que nos interesa, nacerían el hard rock y el heavy metal, con Zeppelin, Purple y Sabbath, luego vendría la NWOBHM, y a principios de los 80, varios peludos de San Francisco decidirían agregarle velocidad punk al metal clásico para dar a luz el thrash metal, (básicamente, el primer subgénero del heavy metal). De ahí en adelante, el mosaico ganaría en complejidad y nacerían las peleas entre los “pureza de género, aguante el verdadero metal, arghhhh” y los “el metal significa apertura mental, loco, escucho de todo y soy re-experimental”. En fin, Pandora abrió la vasija y todo se fue al carajo.
Claudio O’Connor ha estado de los dos lados del combate. Primero, como vocalista de Hermética, banda insignia por excelencia del heavy nacional (y, hay que decirlo, también, de su ultraortodoxia). Y algo más tarde, como dictador plenipotenciario de O’Connor. Para horror del ala derecha de su fanaticada, Claudio proclamó a los cuatro vientos su amistad con Adrián Dárgelos, comenzó a hurgar en la discoteca de su(s) hijo(s) y flasheó con Alice In Chains y Soundgarden. Y ahora nos trae Estamos Pariendo, un disco lleno de espléndida densidad neosabbathiana, medios tiempos alternosos y baladas que a algunos les caerán como una jarra de fernet puro luego de un tremendo asado en un día de 36 grados.
El costado más estrictamente heavy del álbum no falla en ningún momento. Hay para elegir: el temazo que presta el título a la placa, que es un monstruo con riffs a lo Black Label Society y tremendo estribillo ultrapegadizo; el corte Rock Del Suicida, armado sobre un bajo atonal bien aliceinchainoso (y con una letra baratísima que, de todas formas, me encanta), y 1976, que es la única que sale de la bruma barrosa de pesadas cuerdas para pisar un poco más el acelerador. En una onda semi-reposada, Hasta Ser Libre gana por afano, bien oscura y con Claudito cantando en ese registro grave que los fans de Hermética detestan tanto (y que creo que Mr. O’Connor usa por cuestiones de autoconservación gargantil mas que por razones estilísticas).
¿Y las baladas? He de confesar que tengo una gran debilidad por Deseo (del álbum anterior, El Tiempo Es Tan Pequeño), pero acá no me pasó lo mismo con las dos canciones tiernitas que hay, Algo De Mi (por favor, pongan los discos de Cabezones lejos de Claudio) y Correr y No Volver (no me termina de cerrar la dinámica tranquila-pesada de la cuestión). Pero, mientras que a muchos oyentes estas dos canciones le harán desechar el disco inmediatamente, cual papa caliente, a mi me hace gustar aún mas de él. Simplemente, porque muestran que O’Connor ha desafiado a la catástrofe de Pandora y, lisa y llanamente, le chupa un huevo lo que cualquiera de nosotros pueda pensar. ¡Y eso es actitud, carajo!