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Artista: Rebel Meets Rebel
Álbum: Rebel Meets Rebel
Calificación: Cuatro sillas y media
No soy una persona exactamente mística. Pero debe existir algún tipo de balance cósmico en la vida, ya que, después de tener que soportar el álbum zombi de los Red Hot, cayó en mis manos esta delicia llena de desmadre que es Rebel Meets Rebel.
Para los no iniciados, les cuento que este proyecto nació de las cabezas sureñas y fiesteras de Vinnie Paul y su hermanito menor, Dimebag Darrell, mientras aún estaban en Pantera. Vaya uno a saber bajo el influjo de que extraña poción tejana decidieron llamar como colaborador a David Allan Coe, un forajido del country tanto o más quemado del bocho que ellos mismos. Como último ingrediente, sumaron al eterno segundón Rex Brown, y el resultado es un álbum que destila Jack Daniels a chorros, hembras tetonas y fáciles, drogas, juego y cualquier otro pecado que quieran sumar a la lista.
Para los que fruncieron la naricita con gesto de asquete al momento de leer la palabra “country”, les advierto que Coe no tiene nada que ver con el bodrio que habita en el mainstream del género. El viejo es un auténtico exponente de la verdadera raíz del country: rebelde, quilombera y carcelaria. En fin, un tipo con una actitud auténtica que envidiarían muchos que se hacen llamar “heavys” (¿Alguien pensó en Lars Ulrich? ¡Yo si!).
Dicho esto, también hay que aclarar que los que busquen acá un álbum de Pantera no lo van a encontrar. En Rebel Meets Rebel las influencias son variadas y palpables, pero el resultado es algo completamente original y que resiste felizmente el etiquetamiento. Hay hard rock sucio y desprolijo, blues, los obvios efluvios country, la voz 100 % redneck de Coe, rock and roll de vieja escuela y baladas bluegrass, pero todo esta unido de una manera tan orgánica que el menjunje respira naturalidad. Y si bien este no es un álbum de heavy metal en lo que a estilo se refiere, si lo es desde el punto de vista de la ejecución: la guitarra de Dimebag cruje en los oídos, el gordo Vinnie es tan contundente como siempre y Rex…bueno…está ahí haciendo…eso…lo que hace siempre (no le pidan demasiado, pobre).
Pero lo que en realidad hace totalmente irresistible a este disco es la genuina sensación de pura jarana (creo que así se llamaba una obra de Doña Jovita, pero no importa) que transmite. En este sentido, Cowboys Do More Dope es el prototipo: tiene un ritmo infecciosisisisisisimo (como para bailar en bikini de brillitos, meneando el trasero) y un estribillo genial, donde el viejo Coe se pregunta si los cowboys tomarán más drogas que los rockeros. Cerquita le sigue Get Outta My Life, casi glam, en la cual hace una pequeña aparición vocal Hank Williams III, heredero de una ilustre y reventada familia de héroes del country, y también bajista de Superjoint Ritual, la banda hardcore-metal de Phil Anselmo (que debe haber puesto el grito en el cielo cuando se enteró de que Hank confraternizó con sus enemigos).
Y para los que se sintieron como huerfanitos después de la muerte de Dimebag, creo que este es el mejor tributo a su memoria. No solo porque aquí se lo puede admirar en todos sus registros (incluso hace sonar su guitarra como un violín en el tema que da titulo al disco, no tengo idea con que efectito lo hizo, pero les juro que cuando lo escuché, la mandíbula se me cayó hasta golpear contra el piso), sino también porque la mejor forma de celebrar a un sureño jodón como lo fue el gran Darrell es escuchando un álbum sureño y jodón como este. ¡¡Blacktooth Grin para todos!!