“Escucho a las rutas llamarme”. Ésa es la primera línea de la canción Convide rutero de Almafuerte. Y en la ruta, justamente, está Ricardo Iorio, el líder de la banda, mientras atiende el celular por primera vez. “Llamame en un rato, que estoy a media hora de llegar”, pide. Ricardo está manejando desde Buenos Aires a San Luis en una siesta calurosa, y las ganas de alcanzar el destino son palpables en su voz.
Un rato después, vuelve a atender, con la voz más distendida y sin el murmullo de fondo de la carretera. Auténtico habitante del campo (vive en una casa bastante aislada, en medio de Sierra de la Ventana), a Iorio le gusta recorrer el país sobre cuatro ruedas. Las mismas que lo traerán a Córdoba, donde esta noche Almafuerte ofrecerá un nuevo recital.
El primer tema de conversación es su recientemente editado álbum solista, Ayer deseo, hoy realidad, compuesto íntegramente de versiones de clásicos del rock nacional como Durazno sangrando, de Invisible, Solitario Juan, de Pappo’s Blues y Hace casi 2000 años, de Color Humano. “La elección de las canciones fue espontánea”, cuenta Ricardo. “Creo que ya sabíamos desde chicos qué canciones íbamos a grabar. Además, los temas que elegimos son muy parecidos a las creaciones de Almafuerte, porque tienen la misma estructura de inicio, estrofa, solo de guitarra, estrofa y final. Es el rock primitivo de nuestras fuentes. Quizás en el futuro termine haciendo otro disco parecido, porque quedaron afuera varias canciones”.
En la grabación de Ayer deseo, hoy realidad, Ricardo estuvo acompañado por todos los miembros de Almafuerte y, como Iorio se encarga de aclarar, el rol del guitarrista Claudio “Tano” Marciello fue crucial. “Él se encargó de arreglar todas las canciones y de acomodarlas al tono de mi voz. Es un campeón el Tano”, dice con orgullo de amigo.
–¿Tuviste comentarios de músicos amigos con respecto al disco?
–León Gieco me llamó por teléfono para decirme que el disco estaba muy bueno. Y Spinetta, por medio de Ricardo Mollo, me dijo que estaba muy contento con las interpretaciones que hicimos de sus temas.
–También grabaste, junto a Décima, una versión de “Amor y soledad” para un tributo a León Gieco que se editará pronto. ¿Cómo entraste en contacto con el proyecto?
–El baterista de Décima, David Valencia, es el hijo de Bin Valencia (baterista de Almafuerte). Y a Alambre González (guitarrista de Décima) y a su hermano, el Bolsa, los conozco desde hace muchos años. Salió muy lindo lo del tributo. Pero la verdad es que no tengo ni idea cuando saldrá. Yo sólo fui y grabé.
–¿Para cuando habrá disco nuevo de Almafuerte?
–En junio o julio del año que viene. Las melodías ya están listas, sólo falta hacer las letras. Y ya tenemos hecho el diseño de las tapas, que las hizo un dibujante de San Luis. Además estoy preparando un disco con Natas. La idea de ese trabajo es que tenga cuatro temas míos, cuatro de ellos y cuatro compuestos entre los dos.
Toro y pampa
–¿Consumís literatura?
–La última vez que estuve en Córdoba vi un cartel que decía “Las cosas se aprenden de chico”. Y bueno, así es. Leí cuando era chico, y ahora lo único que leo son los subtítulos de la tele.
–¿Y qué mirás en la TV?
–Veo documentales científicos e históricos. Es que con los programas que tenemos, prefiero engancharme viendo animales que mirando a Tinelli. No me excita demasiado la venta de carne. Capaz que al hombre alzado o al pibe que está en la pubertad le parece excelente. Pero yo ya tengo un tranco largo recorrido en la noche y me asquea ver eso.
–¿En algún momento considerás que Almafuerte dejará de tocar?
–Y, no. Es lo que me da vitalidad. Yo creo que no estoy más gordo porque canto en Almafuerte y transpiro en el escenario. Siempre estuvimos tocando, en las buenas y en las malas, con lluvia o con sol. Así que no pienso en la posibilidad de hacer un alto. La verdad es que estoy muy agradecido con cómo resultó nuestra carrera.
(Publicada el 25 de octubre en Día a Día. La web, se las debo)